sábado, 25 de abril de 2009

Una niña muere en Talca, el gobierno se ríe.

Los errores médicos pasan por varias causas:

1) El médico indicó mal el remedio.
2) La enfermera preparó el remedio en dosis o medidas inadecuadas.
3) El auxiliar administró el remedio de forma inadecuada.
4) El laboratorio que preparó el remedio lo hizo mal.
5) Bodega/farmacia almacenó el remedio de manera inadecuada.
6) El paciente presentó una reacción idiosincrática al fármaco.
7) El paciente saboteó su propio tratamiento.
8) La familia del paciente alteró el tratamiento (el famoso sindrome de Munchausen...)
9) etc.

Es decir, en muchos puntos de la cadena puede quedar la cagada, así que hay que hacer una investigación adecuada antes de echar la culpa. Ojo que no estoy diciendo que en este caso la familia tenga la culpa, me estoy refiriendo de manera general a los famosos "errores médicos".

Tuve la experiencia de haber trabajado dos años en la séptima región, y estuve un mes haciendo una pasantía en obstetricia en el hospital de Talca.

Mi impresión (esto allá por 1999): en general el hospital no es ni mejor ni peor que cualquier otro de la red pública. Es igual de sucio, saturado y desordenado que cualquier otro hospital público. Sin embargo, la impresión que me quedó de la población es que son mas idiotas que los santiaguinos(yo soy de regiones tb.), y eso se ve tanto en los médicos, enfermeras, auxiliares y en los pacientes. Mas que falta de inteligencia, el problema podría explicarse en que como los pacientes son brutos, los médicos los tratan como brutos. Eso hace que después de un tiempo, el personal de salud olvide que trata con personas y no con animales. Esa mentalidad de veterinario (sin ofender a los veterinarios !) se queda pegada en los médicos, y la misma falta de recursos hace que se acentúe mas todavía.

Personalmente me acuerdo de haber estado de turno un día sábado como médico general y haber atendido mas de cien pacientes. Solo. Y mi sueldo a fin de mes no superaba los 500 mil incluyendo turnos y demases, razón por la cual en cuanto pude irme, me fui.

El resultado final es una mezcla de sobrecarga, descuido, negligencia y un odioso sistema de castas que mantiene a la séptima región en el hoyo en el cual se encuentra ahora. Los médicos nos llevábamos bien con los patrones de fundo y con los otros profesionales universitarios, pero el resto de la gente era como si no existiera. Ese tipo de conducta inevitablemente lleva a errores y a consecuencias como las que vemos hoy. El problema es que no es algo que vaya a cambiar con una "intervención ministerial", puesto que si algo no quiere el ministerio de salud es que las cosas cambien.

El Ministerio de Salud se conforma con que los hospitales cumplan las cifras de atención suficientes como para que la OMS no critique a Chile. Pero no va a entregar "calidad". La idea es que el sistema público sea malo para que la gente siga pagando Isapres y el negocio se mantenga. Si Fonasa fuera bueno, todo el mundo se iría a Fonasa y las Isapres morirían. Y el Estado se sobrecargaría con la salud de todos.

Hace poco volví a trabajar en un hospital público. Tras siete años de medicina, dos años de general de zona y tres años de especialidad, mi sueldo por 11 horas era de $150.000 a fin de mes. No es hueveo, no están leyendo mal - no es un millon quinientos, es cientocincuenta mil pesos. Así que estuve allí cinco meses y me fui a trabajar a la privatemia nuevamente. Y esa es la razón por la cual en los consultorios van a encontrar puros peruanos y ecuatorianos trabajando: ellos aceptan vivir con ese sueldo.

En resumen, si la gente quiere salud, los médicos quieren sueldos decentes, la única posibilidad es indignarse y exigir el cambio. Mientras tanto, los pacientes en Talca se van a seguir muriendo porque la solución real no va a llegar nunca.

1 comentario:

Unknown dijo...

Soy mèdico Colombiano. Y lo de cochinos y desordenados, es delo primero que me di cuenta trabajando acà. No podrìa estar màs de acuerdo con todo lo que se dice en el articulo. Es la primera vez que veo que se deja a un lado la arrogancia chilena, y se llama a las cosas por su nombre y se miran las cosas como debe ser.